Sentados en un banco de piedra a las afueras de la ciudad, viendo pasar luces rojas y blancas en la carretera, pensando en un futuro que ya pasó y quemando un poco más nuestras vidas. Conversaciones encendidas no permitidas por la alta sociedad, hablar por hablar y dejar de sentir dolor por todo lo malo que nos pasó.
Empezar a cantar esa canción de Pixies que te sabias entera, gritándole a los dioses que se fueran a la mierda, perdiendo la cabeza en el lugar más peligroso de la creación. A punto de lanzarme a tus brazos, dejar caer mi cerveza y besarte, besarte de manera apasionada, dejando tu carmín en mis labios agrietados por el viento.
Mejor le doy otro trago a esta rubia y recapacito sobre mis pensamientos mientras tú te ríes de los alaridos que estábamos dando a las tantas de la mañana. ¿Como decía esa otra canción de Pixies? La la love you… Pero me mantengo callado y mirando al césped, al poco césped que hay y tú me miras de vez en cuando, lo noto, noto tu mirada acompañada de una sonrisita. ¿Que intentas decirme? ¿Por qué haces todo esto? Me llamas a estas horas para invitarme a una cerveza y cantar canciones de tu grupo favorito.
Veo otra oportunidad de besarte, sin preguntar, solo lanzarme, pero no, me sigo quedando aquí con mi cerveza esperando a que quizás el destino o algo así te haga amarme o besarme o simplemente decirme algo.
Te lanzo otra mirada que se escapa más rápido que aquel ratón de los dibujos animados, pego el último trago y suspiro en alto intentando decir nada. Te levantas y gritas, tan alto que los pájaros huyen creyendo estar en peligro, suspiras en alto intentando decir algo. Das un paso hacia mi, te desplomas a mi lado y apoyas la cabeza en mi hombro, con el rostro triste.
Congelado intento no hacer nada y tras unos minutos sin escuchar nada salvo el pasar de los coches por la autopista dices una frase entre dientes:
¿Por qué nunca me besas?