Ya no entiendo muy bien el paso del tiempo, ya no comprendo a penas nada, ya no sé que hubo antes de ti. Sólo queda un poema en mi memoria, sólo hay blanco en mi cabellera. Hay olas que ya no me conocen, una simple gaviota se acuerda de mi nombre y en momentos baja a verme y a charlar conmigo, me cuenta como cambia el mundo, como sus alas desfallecen a medio vuelo, que si no viene a despedirse es que no ha podido más.
No encuentro tu recuerdo en las pupilas, me falla la memoria, sé que te espero, que te busco en el mar con la mirada y no te encuentro.
Mi mano tambalea más a cada momento, me cuentas terminar el poema, me cuesta mantener los ojos abiertos, me cuesta mantener la cordura.
Ya no vienen los niños a tirar piedras e insultos, a veces se acerca alguna pareja a mirar a la luz del faro y los espanto. Me he acostumbrado a estar solo, me siento cómodo sentado aquí, mirando hacia ti.
Ayer tiré una hoja vacía con el sueño de que volviera algún día completa, con tus poemas tristes de amor natural y sin censura. Una estrofa que decía:
“Con el paso del mar
se borran los míos,
intentando caminar
sin ningún peligro.“
Los relatos al final se los traga el mar, es el funeral digno de unos versos inspirados por el lamento de las olas, por la tristeza de la luna reflejada en el mar.
“Caminar a tu vera
para sentir que no hay más
que el contacto de la arena
con los pies.“