He encontrado un lugar en medio de un mar, he encontrado mi rostro retratado en una sátira de un pensamiento que me hace creer que ya no estoy, que sólo soy.
Un viaje de hasta ocho horas sin moverse del sofá y encontrar el hilo que sobresale de una alfombra que no vuela, pero tú te ves desde un yo y yo me veo desde un libro, desde un disco, desde la chusta que cuelga de unos labios del color que son… vaya, los labios.
Un título que enmarca, unas letras que se escapan y un problema matemático que descubre un olvido provocado por humo por humos de pegatina, por flores que cuentas de las hazañas del Quijote, de Siddharta o de de Gilgamesh.
Unas apuestas ridículas que descargan las tormentas de carcajadas. Quiero hundirme en el momento en el que todo se fue a la mierda.
Gozando de un buen vacío desde el interior del bullicio.
Una isla en el sol.